Segunda noche después, para mí. Ayer me despierto cuando el bus cierra las puertas y por poco me vuelvo durmiendo al garage de Autocares Luz en Nazaret. Bueno, se va pasando, porque mis amigos me esperan en la Ford con nuevos problemas. Paso la vida solucionando (?¿) problemas, y sobre todo, delante de algún ordenador. Qué sino!. ¿Va a ser así ya para los restos?

El informe de salud tampoco promete: los pedales de la Vito me han dejado los tendones tiesos en las pantorrillas. Y me he descubierto un huevo en algún lugar de la espalda. De esto no tiene la culpa nadie.

La Vaquería fue más o menos como la otra vez. Sant Felíu recordó vivamente, como esperaba, a los gloriosos días de Pedreguer, aunque sin llegar al nivel. Aquí creo que es por causa mía, más bien. Si en el Sidecar de hubieran comportado con la promo como con todo lo demás, hubiera sido cojonudo. De Gabi y la camarera de naranja me llevé grata impresión. Barcelona es ya como un paque temático de sí misma, insisto. Hordas de guiris, apestosos turistas ingleses sobre todo, le dan a toda la Ciutat Vella un aire despersonalizado que no mola nada. Y mira que me siento a gusto en la Ciutat Condal. Menos mal que el Poble Sec, y los breves paseos por la ciudad, me compensaron con un poco de la esencia barcelonina.

El callejero de Barcelona se quedó encima de la barra del piso, pero no es una gran pérdida. Y alguien se habrá fumado mi paquete de SAX, una vez más.

Espero que aún haya ganas de aprender de los defectos observados, pese a que ya sabemos que hay dificultades insalvables. Me alegra que una buena planificación nos haya llevado a cumplir con los compromisos con cierta comodidad y tranquilidad. Vale la pena la labor previa, para luego saber bien a dónde hay que ir, qué hay que hacer, a qué hora hay que estar, y todo eso. Por mi parte, sigo apostando por esa línea. Para la siguiente ya está todo bien claro, creo, y tenemos que conocer más cosas del bolo de Albacete, para cerrar la siguiente escapada.

La pena es que la gira se termina ya para mí. Hoy me he sorprendido cantando algunas de las canciones que he oído insistentemente, otra vez, este fin de semana. Eso está bien. Los conciertos han tenido un nivel muy bueno, salvando que quizá algunos momentos puntuales quedaran desangelados por las circunstancias que comenta Manolo. Tal vez un poco menos de rigidez ahí me hubiera ahorrado un suspiro, pero también valoro la gallardía de mantener la propuesta, y por supuesto entiendo las ganas de tocar todas esas canciones cojonudas.

Así es que sólo me queda desear la mejor de las venturas para el futuro, y que los próximos «legs» de la gira vayan a mejor, en todos los aspectos. Nos vemos el día 13, espero.

P.D.: mañana me paso por FURGOCAR

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